martes, 9 de julio de 2013

La gran ciudad

El ronroneo suave del ventilador y el tráfico de la calle acompañaban una puesta de sol ligeramente empañada por unas nubes que parecían una promesa de alivio del sofocante calor de los últimos días.

Le gustaba pensar que se encontraba en el corazón de una gran ciudad. Sonaba a tópico lo de pensar en las miles de historias que vivían las personas a su alrededor, lo diferentes que pueden ser los mundos de dos personas que comparten una misma ciudad, barrio o incluso edificio. No le importaban los tópicos, le gustaba pensar en ello.

Los relámpagos y los truenos fueron a unirse a aquella noche gris.

Había tenido suerte al ir a parar a esa gran ciudad. Meses atrás descubrió el pequeño placer de subir a un tren, completamente sola, y observar a la gente, imaginar sus historias, los pensamientos que escondían las miradas perdidas y los gestos serios. E incluso, de vez en cuando, podía encontrarse alguna sonrisa...

La lluvia se sumó a la noche, y con ella su característico olor.

Y aún estando tan rodeada de gente siempre, la soledad seguía haciendo acto de presencia. Nada como estar en medio de una multitud para sentirse sola, lo había escuchado decir muchas veces, y siempre lo entendió.

En el fondo, ese momento en que se quedaba a solas con ella misma le era necesario, tanto como el momento en que se encontraba rodeada de sus amigos.

Y es que en realidad, nunca pensó que la soledad fuese siempre algo malo.

En esa noche gris, junto con los relámpagos, los truenos y la lluvia, volvió a sentirse sola... 


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